PRESENTE
Toda la vida currando como un burro y ahora no puedo hacer frente a la hipoteca. El banco me dijo que sería cómoda de pagar y que no subiría la cuota porque sino se iría todo el mundo al carajo, pues vaya con el profeta, a los 3 meses tuve la primera revisión y desde entonces no levanto cabeza. Hace poco enviudé, perdí a mi compañera, su contribución moral y económica, el dinero invertido en nuestra vivienda, el piso y encima tengo que seguir pagando porque el vaticinio de la inmobiliaria de que los pisos no bajarían, solo subirían, resultó ser tan falso como el vendedor que me endosó esta deuda vitalicia. No he perdido el trabajo y sigo pagando mis impuestos con los que se ha rescatado a la entidad bancaria que me convirtió en Fausto. El sueldo no me da ni para una pensión, sólo para la hipoteca y mal comer, así que duermo en mi destartalado coche.
Vivo en Catalunya, en esa que decían que ataban los perros con longanizas, pero nunca vi a ninguno de esta guisa y no es porque se la hubiera comido y huido satisfecho, quien quiere ser esclavo, ni pájaro en jaula de oro. La cuestión es que soy pensionista, tengo una enfermedad crónica agravada en los últimos tiempos con una depresión porque veo el panorama y no puedo estirar más mi paga. Comparto mis ingresos con mi hermano parado, su mujer parada y sus dos hijos. Tengo miedo de que me de un ataque de corazón y morir en la calle porque han cerrado el centro de atención primaria más próximo, no tengo coche, han suprimido ambulancias, las teleoperadoras de emergencias tardan más de cinco minutos en atender el teléfono porque han despedido a personal, y no sigo porque me sube la tensión. Tengo que tomar muchos medicamentos cada día y resulta que me van a cobrar un euro por receta, no voy a poder ni comer.
La Iglesia me atormenta desde mi infancia. Mis padres no son muy religiosos pero quisieron llevarme al mejor colegio de la zona, del Opus, allí me metieron tanta basura en la cabeza, dale que te pego con la canción, que llegue a creerme que aquello era lo mejor para mi. Me querían captar para la Obra, más me valiera poner tochos que no acabar con la cabeza taladrada y algunos recovecos de mi cuerpo. doloridos. Tengo 14 años. Este año me sodomizaron y me culparon. Gracias a un familiar que colabora con un grupo laico reuní el valor para decírselo a mis padres, que se están gastado una fortuna en psiquiatras para mi y para ellos, pues se sienten culpables. Aquí el único que no tiene ningún problema de ningún tipo es el cura que me violó, que no pagará por su delito, que seguirá cometiéndolo con otros y al amparo del representante de un dios del que reniego, en un año en que él y su Iglesia se han paseado como dueños y señores por nuestras calles y medios.
Este año no me quito el morado de los ojos, llevo desde el año pasado recibiendo, que si la Huelga General, que si el Primero de Mayo, que si la plaça Catalunya, que si la visita del Papa a Madrid, que si el desalojo de las viviendas que ocupamos para unas familias desahuciadas. Les hace gracia mis ojos rodeados de negro y todos me hacen el mismo chiste antes de darme con el puño, con la porra o con la bota (son muy versátiles): "te los voy a poner morados" y efectivamente, en eso no mienten. Y yo reincidente mientras pueda abrirlos para ver sus represoras caras. Soy estudiante insolvente y tengo que pagar multas por ir a manis no comunicadas así que si alguien se quiere solidarizar... lo peor es lo de mi amiga, que igual acaba en la cárcel por defender una democracia de verdad en un mundo en el que los policias están dentro de las universidades y los alumnos fuera.
Funcionario mileurista recortado que puede volver a ser víctima de la tijera. Que si las pagas, que si el sueldo, que si no vas a poder ponerte enfermo, que los compañeros se jubilan y somos 3 para hacer el trabajo de 10 y me quejaba años atrás por tener la nómina congelada. Y encima que si soy un privilegiado porque me cae el sueldo cada mes, que es cierto, de momento, eso mientras Rosell no convenza al Gobierno de que hay que eliminar a los funcionarios de la faz de la tierra, de que la empresa pública es una lacra a privatizar totalmente para entrar en la rueda de que todo lo que sea susceptible de lucrarlos está en venta.
Soy diferente, como todos, porque no somos clones, pero tendría que estar amparado por los mismos derechos de los que disfrutan los demás súbditos, que cada día son menos, los derechos. Creo que después de las últimas elecciones mis planes de futura boda con mi novio serán solo eso, planes. Pero lo peor no es que no haya boda, ni hijos, lo peor es que este año me han agredido unos fascistas por ser gay y oscuro de piel. No he pasado más miedo en toda mi vida, todavía tengo pesadillas y me cuesta salir a la calle sin mirar para todos los lados. Me dijeron: negro maricón de mierda vete de nuestro país y lo más gracioso del caso es que también es el mío porque mi padre negro es ciudadano español por deuda colonial, mi madre blanca también y yo nací aquí. Estoy hasta el moño de que me pidan los papeles de muy malos modos cuando paseo por determinados barrios de Madrid y cuando saco el dni me miran con desprecio. Y muchas veces pienso en todos aquellos que no tienen documentos que les sirvan para transitar por las calles en libertad, sin miedo a ser golpeados, encarcelados o expulsados, que están en el epicentro de los discursos xenófobos de los políticos populistas que captan sus votos en el fomento del odio a la diferencia. Entonces casi me siento afortunado por estar un escalón más arriba en la escalera invisible de castas, que no solo existe en la India.
Juro sobre la Constitución del 31 que no he ido ni a una sola fiesta, que no me he saltado una clase, que no me he perdido ni un examen, que he sufrido estoicamente mi fama de empollón y le doy gracias a la naturaleza por no llevar gafas, ni gustarme vestirme como mi abuelo, ni ser feo, ni sufrir acné juvenil, seguramente si ese hubiera sido el caso habría acabado muy mal gracias a la crueldad de los que venían a clase conmigo, pues compañeros son otra cosa, lo sé porque los tengo. Yo siempre les decía como hormiga laboriosa que el invierno sería muy duro y que yo lo pasaría junto a la chimenea gracias a mi esfuerzo continuado, pero resulta que mi tesón y mi inteligencia no me ha llegado ni para conseguir un puesto como vendedor de Donuts, con todos mis respetos. Los que se reían de mi, gracias a sus contactos familiares, se ubicaron de una manera u otra, pero mis proletarios y sacrificados padres en eso no me pueden ayudar. Así que me voy para Alemania como hizo mi abuelo a Argentina o mi padre a Suiza, siguiendo la tradición familiar, formado pero sin un euro, sin contrato, pero seguro de que no volveré en bastante tiempo y de que no añoraré el estado que dejo atrás.
Pertenecer al sindicato no me benefició sino todo lo contrario y eso me pasa por estar siempre en lo denominado despectivamente minoritario, como si eso me restara razón. La razón me asiste pero la patada que recibí en el culo me propulsó a la galaxia del parado, un limbo habitado por cinco millones de sombras que deambulan en silencio sin pensar tan siquiera en unirse para plantar cara a quien le ha dado pasaporte a la miseria. Cuando me finiquitaron quise ser positivo, bueno, ahora descansaré de tanta explotación después de años tragando mierda, que si horas extras gratis, que si rebaja de salario para impedir despidos, renuncia a días de fiesta, mientras yo pedaleaba 15 kilometros para ir al trabajo y el dueño venía un un cochazo de muchos miles de euros. Vaya como hace cien años. Pero el descanso se estaba convirtiendo en eterno y como un muerto viviente pasé la travesía de la depresión post-despido como todo hijo de vecino. Los compañeros me sacaron de mi estado catatónico y aquí estoy en mis últimos días de paro durmiendo en casa de unos amigos y comiendo en un comedor presidido por una cruz, yo, ateo hasta el tuétano, para consolarme me digo que el dinero que cuesta mi potaje lo ha puesto previamente ese estado del que reniego, y es que todos sobrevivimos claudicando, de momento.
Me defeco en la emancipación de la mujer que vende el capitalismo, donde seguimos siendo mayoritariamente un bien de consumo y barato. Todos me preguntan porque voy vestida como hace un siglo y les digo que mi bisabuela estuvo tan jodida como yo hoy, así que si en el fondo yo solo puedo disfrutar de un envoltorio diferente reniego de él para que se vea donde estamos en realidad. Nos hallamos en el útero reproductor, en la carga familiar, en la explotación laboral de a mayor esfuerzo menor retribución, en el compartir las tareas del hogar, 90% yo, 10% él, en ver en televisión como cada 4 días matan a una mujer y cada dos horas apalizan a otra sin que se detenga el mundo porque la mitad de la población sufre: discriminación y dolor. Y tengo que dar gracias a que vivo en el primer mundo y mis posibilidades de aparecer destrozada en un vertedero, de que me tiren ácido en la cara como muestra de repudia, de que me lapiden por adúltera, de que trafiquen con mi cuerpo o que no me dejen enseñar más que los ojos tras un visillo son poco probables. Aquí te obligan poco menos que a ser un blanco fácil del acosador pues te dicen que tienes que ir sexy ideal de la muerte por la vida aunque no puedas con tu alma y luego los jueces te dicen que si te han violado era porque ibas provocando. Sufrimos enfermedades llamadas de mujeres, de segunda categoría, invalidantes que no te dan derecho a una pensión y nunca nos jubilamos porque siempre nadamos en la abundancia de trabajo no retribuido. Seguimos viviendo en un mundo machista que se agrava a base de revistas para adolescentes y realitys que dibujan a seres de plástico en roles de machos alfa y hembras en eclosión hormonal, aunque sea fingida, en un retroceso sin precedentes.
Me creían tonta pero en realidad soy muy lista, demasiado lista para que se ocupen de mi siendo hija de trabajadores en paro en un barrio dejado de la mano de los políticos porque la mayoría de mis vecinos, aunque viven, trabajan y pagan impuestos aquí no tienen derecho a voto. Me aburro sin remedio en este sistema educativo que no es más que una máquina de desinterés y fracaso escolar, donde no hay recursos para ocuparse de estimular a los alumnos potenciando sus aptitudes y habilidades. No consigo concentrarme en nada y mis padres andan desesperados porque confiaban en que fuera a la universidad y para ello llevan ahorrando desde el embarazo porque cada día es más cara e igual para cuando me toque ya ni existe la pública. Mi desazón creció con el plan Bolonia, ahora serán las empresas las que marquen los contenidos y cuales serán los títulos universitarios, las lenguas muertas creo que no están entre sus prioridades. Menos mal que no ando mal de endorfinas y que me gusta leer y aprender por mi cuenta, si no estaría dada a toda sustancia narcotizante, formando una banda de minicrimen organizado o hecha una autómata de centro comercial, aunque también tengo mis bajones.
Soy el increíble loro mutante gracias a la central nuclear que tengo en el patio trasero de mi casa, día sí día también tenemos noticias de una avería, siempre sin importancia según la empresa, pero a mi cada día me salen más colas y en los sitios más insospechados. No he desarrollado ninguna enfermedad grave pero ya me ha salido trabajo en un circo para exhibirme como el loro nuclear, y yo para eso no estudié ingeniero agrónomo. De que me sirve haber heredado las tierras de mis padres, donde ellos veían mi futuro, si no puedo recolectar más que hortalizas fosforescentes.
Todos los días me pregunto como he llegado a esta situación de abandono, si no fuera por mi hermana gemela que con su sensor genético está siempre alerta para evitar que me tire por un puente abajo quizá ya no tendría que preocuparme por nada. Vivimos todos en casa de mis padres de la que me fuí con 16 años y ahora a los 35 he tenido que volver con el rabo entre las patas a pesar de que hacía años que mi relación con ellos no era buena. También ha vuelto a casa mi hermano mayor con su mujer y su hija adolescente que anda rebotada con el mundo porque no le dijeron que el estatus es variable como dicta la ley de los mercados, que tanto defendía mi especulador hermano antes de quedarse en la ruina. Así la niña ha tenido que darse de bruces con la realidad de la escuela pública, de la casa sin piscina, de la desaparición de los coches último modelo, de los apartamentos en la nieve y en la playa, de la ropa de marca y de los amigos desaparecidos porque ya no está en el círculo endogámico pijo. Cuando la miro no puedo evitar sentirme mejor por aquello de que mal de muchos consuelo de tontos, al menos yo no puedo añorar lo que no he tenido.
Desde que me capturaron, me vejaron, me torturaron, me condenaron y me asesinaron antes del día señalado en el consejo de guerra en un paseo a no se dónde, no tengo ni idea de donde me hallo. Si ando enterada de que no se me ha hecho justicia, ni he recibido reparación y de que no tengo a ningún familiar que vele por mi memoria. Me han desaparecido de este mundo y mi lucha y sacrificio permanecerán en el anonimato si este estado monárquico no se ocupa de mi caso y de los miles que siguen sin justicia.
Ya no emigro, no tengo las alas para eso y como las jóvenes se han dado a la molicie, víctimas del sistema capitalista, picotean en los vertederos del consumismo ajeno y tampoco vuelan por las rutas que surcaron sus abuelos. Eso ha hecho que la demanda de vivienda se haya disparado y que la Iglesia ladrona especule, como está en su ser, subiendo los precios de los campanarios, que están por las nubes. Ahora te encuentras a tus congéneres durmiendo a ras de suelo y lo peor es que las gaviotas carroñeras son ahora las dueñas de los basureros y se han formado ayuntamientos del cielo físico del PP, que en el de ficción mandan los de siempre. Se han montado una mafia que te cobra por todo, por surcar el espacio aéreo, por el suelo, por acceder a la comida y claro, las que como yo somos pensionistas y cobramos la no contributiva, después de haber trabajado toda la vida de figurantes para las bonitas estampas clásicas de pueblo con cigüeña, estamos muriendo de hambre. Y no exagero. Si no fuera por la artrosis me iba a África y así no tendría que pasar vicisitudes ni observar la miseria de ver a nuestra especie convertida en consumidora de despojos sin dignidad sometidas a las graznantes fascistas.
FUTURO PRÓXIMO
Pero en 2012 todo esto cambiará, toda esta fauna desesperada que se ha conocido recientemente gracias a este anuncio de la realidad que nos rodea formará una comunidad autogestionada. El loro nuclear venderá sus tierras radioactivas a un vecino que ha descubierto que en Rusia los nuevos ricos amantes de lo excéntrico quieren tener hortalizas en sus mesas que brillen en la oscuridad, con este dinero comprará un pueblo abandonado y se operará de las colas sobrantes. Nuestro titulado ya no emigrará, además de dedicarse a la investigación de nuevas energías limpias trabajando para una empresa alternativa y ética por internet, dará clases a superdotado y a vejado que se han mudado al pueblo con sus familias para cultivar la tierra en un proyecto de cultivo biológico. Con la ayuda del estudiante, que ha decidido matricularse en la universidad a distancia, formarán a los demás niños. Los adolescentes gestionarán una biblioteca común con los libros de todos y se encargarán de las actividades culturales. La hembra luchadora arrastrará a su familia al proyecto, su compañero se encargará de un centro para los experientes y enfermos donde descansa la cigüeña y el enfermo crónico, que a partir de vivir en el campo tomará menos de la mitad de medicación. Ella junto al funcionario y el loro ex-nuclear se encargarán de intercambiar o vender la producción sobrante de la comunidad. El funcionario, cocinero frustrado, se encargará del comedor colectivo. El sindicalista víctima del Ere se encargará del museo, y organizará el festival de documentales políticos y sociales que alcanzará gran prestigio, además de ser el panadero y repostero oficial. El embargado dejará su trabajo y se declarará insolvente e insumiso fiscal, como magnífico mecánico e inventor será una contribución clave para el pueblo. El diferente, como todos, flamante psicólogo, se encargará de la salud mental del pueblo y pronto se quedará sin trabajo por la mejora de sus miembros al sentirse parte de un proyecto común que funciona. Su pareja, médico que practicaba abortos en un clínica para gente sin recursos, junto a la hembra luchadora, montarán en la iglesia del pueblo una pequeña clínica abortiva para atender a las mujeres de la zona que no pueden abortar porque los médicos católicos se lo niegan.
Un día excavarán para hacer un pozo y se encontrarán con los huesos de una joven gata a la que enterraron con su diario oculto entre las ropas, se llamaba Solidaridad, su historia les golpeará y recuperarán su memoria y lucharán por su derecho a justicia y en su honor el pueblo se llamará Solidaridad. Un pueblo que será de todos sin que nadie sea su dueño, todos decidirán y nadie podrá venderlo.